EL SUEÑO

EJERCICIO RETROSPECTIVO

Es incuestionable que durante las horas del sueño las almas humanas viajan fuera del cuerpo físico; lo importante es no olvidar nuestras experiencias íntimas al regresar al cuerpo.

Poder de la imaginación creadora: sueños

EL SUEÑO PROFETICO

Este sueño debe ser también atribuido exclu­sivamente a la acción del ego que lo prevé por sí mismo o se inspira en algún acontecimiento futuro para el cual desea preparar su concien­cia de vigilia. Es posible cierto grado de certeza y veracidad en esta premonición, conforme a la capacidad del ego para captar los hechos y teniéndolos captados, imprimirlos en el cerebro de vigilia. A veces el evento es de aquellos que se revisten de aspecto grave, como la muerte o un desastre, siendo por esto obvio motivo del ego para intentar grabarlo. En otras ocasiones sin embargo, el hecho previsto no parece tener aparentemente importancia, y nos es difícil com­prender porqué el ego se preocuparía por él mismo. Sin duda es siempre posible que en tal hipótesis el hecho recordado signifique apenas el pormenor mínimo de alguna visión mucho más extensa, no habiendo llegado lo restante al cere­bro físico. Está claro que muchas veces el vaticinio tiene carácter premonitorio, y no faltan ocasiones en que la advertencia haya sido tenida en consideración, llegando el soñador a escapar de la muerte o de un accidente. En muchos casos el aviso es dejado de lado, o su verdadera significa­ción pasa desapercibida cumpliéndose la profe­cía. En otros existe el intento de tomar previsión a causa de la sugestión; pero no teniendo aquel que sueña el necesario dominio sobre las circunstancias, éstas al final los conducen, a su pesar, a la situación pronosticada­. Son tan comunes las historias a este respecto de los sueños proféticos, que el lector fácilmente las encontrará en casi todos los libros que versan sobre esta materia. Citaré un ejemplo reciente de W.T. Stead, en «Rel ghost stories». El héroe fue un herrero que trabajando en una fábrica se dejó atropellar por una rueda hidráulica. Sabía él que la rueda necesitaba ser arregla­da, y una noche soñó que al terminar las activida­des del día siguiente, el gerente le detuvo para hacer el arreglo; que su pié se escurrió y quedó enganchado en el engranaje, siendo gravemente herido y más tarde amputado. Por la mañana contó el sueño a su mujer y convino que estaría ausente cuando le buscaran para arreglar la rueda. Durante el día anunció el gerente que la rueda entraría en reparación justo en el momento de la salida de los obreros, por la tarde; pero el herrero resolvió irse antes de la hora. Fue hacia un bosque situado en la vecindad y allí intentó esconderse. Al llegar cerca de un local donde había cierta cantidad de madera perteneciente a la fábrica, sorprendió a un sujeto que robaba algunas piezas de la pila. Partió en su búsqueda con la intención de cogerlo, pero quedó de tal manera excitado que llegó a olvidarse enteramente de la resolución anterior; y sin que se diera cuenta de esto, regresó a la fábrica justamente a la hora en que los trabajadores se retiraban. No podía olvidarse de la recomendación reci­bida, y siendo el herrero con más categoría de la fábrica, le correspondía el trabajo en la rueda; pero decidió que lo haría con especial cuidado. A pesar de todas las precauciones, su pié resbaló y fue enganchado por el engranaje, tal como en su sueño, con tan poca suerte que quedó destroza­do, obligándole a ser conducido a la enfermería de Bradford, donde la pierna fue amputada por encima de la rodilla. De este modo se cumplió íntegramente el sueño profético.

EL SUEÑO SIMBOLICO

También este es trabajo del ego, y en verdad que puede ser definido como una variante de menor efecto de la categoría precedente, porque a final de cuentas, corresponde a un intento del ego imperfectamente traducido, en el sentido de transportar una información hasta el futuro. Noel Paton da un ejemplo de esta especie de sueño en una carta escrita a la señora Crowe, y por ella transcrita en el libro «The Night side of nature», veamos: «este sueño de mi madre ocurrió así: se encontraba ella en una galería larga, sombría y oscura; a un lado estaba mi padre, y al otro mi hermana mayor, y a continuación yo mismo y el resto de la familia por orden de edad… Todos permanecíamos inmóviles y en silencio. Fue entonces cuando él entró, aquel algo increíble que, proyectando por delante su siniestra sombra, envolvió todas las trivialidades del sueño prece­dente en una sofocante atmósfera de pavor. Entró furtivamente, descendió los tres escalones que iban de la entrada a la cámara de horror; y mi madre sintió que era la muerte.       Cargada sobre el hombro una pesada hacha para destruir a sus hijos de un solo golpe, así lo imaginó ella. Al entrar el bulto, mi hermana Alexes se salió de la fila, interponiéndose entre él y mi madre. Ahí el bulto irguió el hacha y lanzó un golpe sobre mi hermana Catalina, golpe que mi madre horrorizada no pudo interceptar, aunque agarrase un taburete de tres pies con esta inten­ción. Vio que no podía tirar el taburete sobre el fantasma sin golpear a Alexes, que se precipita­ba entre ambos. El hacha golpeó su objetivo, y Catalina cayó. Nuevamente, el implacable bulto blandió el ha­cha sobre la cabeza de mi hermano que era el siguiente en la fila; pero en ese interín, Alexes se escondió en un lugar detrás del fantasma, y mi madre, soltando un grito de pavor, le tiró en la cabeza el taburete. Entonces él se desvaneció y ella despertó. Tres meses después mis hermanos y yo fuimos todos acometidos por la fiebre amarilla. Mi her­mana Catalina falleció casi inmediatamente, sacrificada, conforme mi madre supuso, por su extrema aprensión, mientras Alexes parecía estar en peligro inminente; el sueno-profecía en parte parecía cumplido. Yo también estuve a las puertas de la muerte, desahuciado por los médicos. Mi madre, sin embargo, no perdió la esperanza y confiaba en mi recuperación. Pero en cuanto a mi hermano, considerado en estado desesperado, y sobre cuya cabeza ella, en el sueño, viera que pendía un hacha, sus recelos eran demasiado grandes; porque ella no recor­daba si se había o no consumado el golpe en la ocasión en que el espectro desapareció. Mi hermano se restableció, pero tuvo una recaída de la que apenas escapó con vida. Lo mismo no sucedió con Alexes; durante un año y diez meses, la pobre niña padeció y yo le sujeta­ba su pequeña mano cuando murió. He así como se realizó el sueño». Es curioso observar la exactitud con que se verifican los pormenores del simbolismo, incluso en lo referente al supuesto sacrificio de Catalina para la salvación de Alexes, y la diferencia en el modo en que ambas murieron.

EL SUEÑO NÍTIDO Y COHERENTE

El sueño puede a veces significar una reminiscencia más o menos exacta de una verídica experiencia astral por la que haya pasado el ego cuando se encontraba fuera del cuerpo físico dormido. O tal vez más frecuentemente, la dra­matización por el ego de la impresión producida por un insignificante sonido o contacto físico, o aún alguna idea pasajera que se le hubiese ocurrido. Ejemplos de esto último ya los mencionare­mos; y de lo otro también existen muchos; entre ellos podemos incluir el caso relatado en el li­bro «Dreams and ghosts», de Andrew Lang, y que le ocurrió al conocido médico francés Dr. Brirre de Boismont. Este lo describe por cuenta propia: «Miss C., una dama de excelente buen sentido, vivía antes de casarse, en compañía de su tío D., famoso médico miembro del Instituto. En una época su madre enfermó seriamente en el campo. Una noche, la moza soñó que la veía pálida y moribunda, habiéndose agravado su estado de salud por motivo de la ausencia de sus dos hijos, uno que era vicario en España, y otra la propia moza que vivía en París. Oyó, entonces, que se pronunciaba su nombre en cristiano: Carlota vio en el sueño a las personas que rodeaban a su madre trayéndole su pequeña sobrina y aijada Carlota, que se encontraba en el cuarto contiguo. La enferma dio a entender por medio de un gesto que no esta­ba llamando a esta Carlota, sino a su hija de París. Al día siguiente la melancolía de Miss C. despertó la atención de su tío. Ella le contó el sueño, y él le reveló que su madre estaba muerta. Algunos meses después, en ausencia de su tío, fue ella a arreglar los papeles en los cuales no gustaba que nadie tocase, y en medio de ellos se encontró con una carta en la que se revelaba la muerte de su madre, con todas las particularida­des vistas en el sueño. Mr D. las ocultó para evitar que llegaran a causarle demasiado sufrimiento». A veces el sueño clarividente se refiere a un asunto mucho menos importante que la muerte, como en el siguiente caso contado por el doctor F.G. Lee, en «Glimpses in the twilight». Una señora soñó que veía a su hijo en una extraña embarcación parada cerca de una esca­lera que llevaba a un piso superior. Le pareció pálido y en extremo cansado; y le decía a ella en tono afligido: «madre, no tengo donde dormir”. Pasado algún tiempo llegó una carta del hijo que adjuntaba un croquis de la curiosa embarcación, indicando el lugar de la escalera hacia el piso superior. Explicaba también que un día sobrevino una tempestad, hecho que ocurría en el día del sueño, que casi hizo zozobrar la embar­cación, y cubrió literalmente de agua su cama. Terminaba la descripción con las siguientes palabras: «me quedé sin lugar donde dormir». Está claro que en ambos casos, los sonadores, movidos por pensamientos de amor y ansiedad, habían efectivamente viajado con el cuerpo as­tral durante el sueño, hasta donde se encontra­ban los entes cuya suerte les interesaba, y sim­plemente testimoniaban los acontecimientos en que los mismos participaron.

EL SUEÑO CONFUSO

Este sueño, que es el más común de todos, puede tener varias causas, como ya tuvimos ocasión de decir. Puede ser apenas la impresión más o menos fiel de una serie de cuadros sin conexión entre sí y de transformaciones imposi­bles producidas por la acción automática y sin lógica del cerebro físico inferior. Puede ser repro­ducción de corrientes de pensamientos ocasio­nales que hayan cruzado la parte etérica del cerebro; si en ellos toman parte imágenes senso­riales de cualquier especie, esto se debe al siempre agitado mar de los deseos terrenales, probablemente estimulados por influencias im­pías del mundo astral. Puede ser debido a un intento imperfecto de dramatización por parte de un ego desarrollado; o una combinación inexpli­cable de varios o todos estos factores. El modo por el cual se procesa semejante combinación tal vez se vuelva más claro con la descripción sucinta de algunas de las experiencias sobre el estado del sueño llevadas a cabo recientemente con la cooperación de investigadores clarividen­tes, miembros de la logia de Londres de la Sociedad Teosófica.

Aprende a confiar en lo que está ocurriendo,
si hay silencio, déjalo aumentar, algo surgirá.
Si hay tormenta, déjala rugir, se calmará.

EXPERIENCIAS SOBRE EL ESTADO DEL SUEÑO

El objetivo especial de las investigaciones, par­te de las cuales voy ahora a describir, consistió en descubrir si era posible impresionar el ego de una persona común durante el sueño, de forma suficiente para volverla capaz de recordar lo ocurrido cuando despertara. Se deseaba también, en la medida de lo posi­ble, descubrir cuales son los obstáculos que habitualmente se anteponen a este recuerdo. La primera experiencia intentada recayó en un hombre medio de poca instrucción y de aspecto exterior rudo. Un tipo de pastor australiano cuya envoltura astral, que se veía flotando por encima del cuerpo, se presentaba externamente como poco más que una nube imprecisa a la deriva. La conciencia del cuerpo sobre la cama se mostraba confusa y cargada en lo tocante a las partes densa y etérica de la estructura. La prime­ra, la parte densa, respondía hasta cierto punto a los estímulos de fuera: por ejemplo, el caer de dos o tres gotas de agua hacía el cerebro evocar, aunque con retraso, la escena de fuertes chapa­rrones; en cuanto la parte etérica del cerebro era un canal pasivo a través del cual fluye una corriente continua de pensamientos descone­xos a cuyas vibraciones solo esporádicamente respondía, y así mismo parecía hacerlo con acen­tuada lentitud. El ego que flotaba encima revelaba su estado no desarrollado y de semiconciencia; pero el envoltorio astral, si bien impreciso y sin forma definida, daba señales de gran actividad. El cuerpo astral, flotante, puede en cualquier ocasión dejarse influenciar con facilidad por el pensamiento consciente de otra persona. Se hizo en este caso la experiencia en el sentido de alejarlo hasta corta distancia del cuerpo físico en la cama. El resultado, sin embargo, fue que al alejarlo unos metros más allá, era visible el malestar en ambos vehículos, volviéndose nece­sario renunciar al intento, pues un alejamiento mayor llevaría al hombre a despertar probable­mente en un estado de gran terror. Cierto escenario fue escogido, un bellísimo panorama descortinado de lo alto de una montaña tropical; y el operador lo proyectó con nitidez en la conciencia del sueño del ego. Este lo captó y examinó, si bien de manera confusa e incomprensible. Después de colocado en su frente el escenario durante algún tiempo, se despertó al hombre para ver si lo recordaba como sueño. Su mente, sin embargo, no registró nada a este respecto, no trayendo la menor reminiscencia desde el estado de sueño. Se sugirió que la corriente continua de formas de pensamiento extrañas que le pasaban por el cerebro, consti­tuían posiblemente un obstáculo, distrayéndolo y volviéndole impermeable a influencias de sus principios más elevados. Y por eso, se construyó una concha magnética alrededor de su cuerpo, a fin de impedir la entrada de aquella corriente, intentando de nuevo la experiencia. El cerebro, así privado de su alimento normal, comenzó poco a poco y como en un sueño a repasar escenas de la propia vida del hombre pasado; pero siendo nuevamente despertado, no se modificó el resultado: su memoria estaba completamente en blanco, tal como en el caso de la escena antes presentada delante de él; sin embargo, tenía la vaga idea de haber soñado con acontecimientos de su vida pasada. En ese momento fue abandonada la experien­cia por impracticable; era evidente que se trata­ba de un ego poco desarrollado, y cuyo principio kármico era demasiado fuerte para ofrecer algu­na posibilidad de éxito. Otra experiencia con el mismo hombre, en una época posterior, ya no presentó tan malos resul­tados. El escenario preferido en este caso era en sobremanera excitante, consistiendo en un inci­dente en un campo de batalla, que según todo indicaba, habría de ejercer en ese tipo de mente una influencia mayor que el de un paisaje. Aquí el ego no desarrollado del hombre mostró un inte­rés que superó al del otro escenario. Pero cuan­do el hombre despertó, el recuerdo de este acontecimiento no existía, y todo cuanto queda­ba era una vaga impresión de que él estaba combatiendo; el donde y el porqué ya lo había olvidado completamente. La experiencia siguiente fue con una persona de un tipo bastante superior, un hombre de buen proceder moral, inteligente y culto, con muchas ideas filantrópicas y elevadas aspiraciones. En su caso, el cuerpo denso respondió instantá­neamente a la prueba del agua, en una extraordi­naria escena de un enorme temporal, lo que a su vez repercutió sobre la parte etérica del cerebro, despertando por asociación de ideas, una serie de escenas vívidamente representadas. Cuando semejante perturbación cesó, la corriente habi­tual de pensamientos comenzó a desfilar; se observó, sin embargo, que provocaba en el cere­bro una reacción en escala mucho mayor, cuyas vibraciones eran igualmente muchos más fuer­tes, iniciándose en cada caso una secuencia de asociaciones que frecuentemente desviaban la corriente extraña durante un considerable espa­cio de tiempo. El cuerpo astral presentaba contornos más definidos en su formación ovoide, y la materia astral más densa del interior era una perfecta reproducción del cuerpo físico; y cuando los deseos se mostraban menos activos, el propio ego asumía un grado mucho más elevado de conciencia. El mismo cuerpo astral, en esta experiencia, podía alejarse hasta la distancia de varias millas del cuerpo físico sin ocasionar, en apariencia, la más leve perturbación en ninguno de ellos. Cuando la imagen de un paisaje tropical fue presentada al ego, inmediatamente este le dio su más placentera atención, admirando y contemplando sus bellezas con todo entusiasmo. Pasa­do el éxtasis, después de algunas horas se despertó al hombre; pero el resultado se reveló algo desalentador. Sabía que tuvo un sueño magnífico, pero fue incapaz de recordar los deta­lles y los pocos y fugaces fragmentos que su mente retuvo eran simples reminiscencias de divagaciones del propio cerebro. Se repitió más tarde la experiencia con el mismo hombre, y también como el primero, se dispuso una concha magnética en torno al cuer­po; en este caso, como en el otro, el cerebro comenzó inmediatamente a elaborar escenas propias. El ego recibió el paisaje aún con mayor entusiasmo que la primera vez, reconociéndolo como el escenario que viera en anterior ocasión y apreciándolo en todos sus aspectos y detalles, con estática y total admiración por los múltiples encantos que ofrecía. Pero cuando él estaba así absorto en la contemplación, aquí el cerebro etérico se entretenía en rememorar pasajes de su vida escolar, sobre­saliendo el que tuvo lugar en un día de invierno, cuando el suelo se cubrió de nieve, y él y nume­rosos compañeros se tiraban bolas de nieve, unos a otros, en el patio de la escuela. Después que el hombre despertó como de costumbre, el efecto fue extremadamente curio­so; tenía el más vivo recuerdo de que estuviera en lo alto de una montaña contemplando una visión maravillosa y conservaba bien nítidos en su mente los aspectos principales del panorama, pero en vez del exuberante verdor tropical que confería la riqueza a la verdadera perspectiva, vio él las tierras circundantes envueltas en un manto de nieve, y le pareció que cuando estaba absorbiendo con profundo deleite las bellezas del panorama, que se mostraba frente a él, súbi­tamente se vio, por uno de esos bruscos cambios tan frecuentes en los sueños, tirando bolas de nieve junto con antiguos y olvidados compañeros de la infancia, en el viejo patio de la escuela en la que dejara de pensar hacía tanto tiempo.

CONCLUSION

Las experiencias anteriores demuestran sin sombra de dudas y con claridad suficiente, como el recuerdo de nuestros sueños es, la mayoría de las veces, caótico e incoherente. Incidentalmen­te explican porqué algunas personas en que el ego no esta desarrollado y son fuertes los de­seos mundanos de varias especies, nunca sueñan, y porqué muchas otras son capaces, cuando las circunstancias son favorables, de traer algún confuso recuerdo de su aventura nocturna. Ve­mos además de esto, que si un hombre pretende coger en su conciencia de vigilia los frutos de lo que su ego aprendió durante el sueño, le es absolutamente necesario adquirir el dominio de sus pensamientos, subyugar todas las pasiones subalternas y afinar la mente con actitudes nobles. Si quisiera tomarse el trabajo de formar durante la vida de vigilia, el hábito del pensamiento firme y concentrado, no tardará en verifi­car que el beneficio ganado por este medio, no se limita al día a día de su actividad. Que si aprende a contener su mente para mostrarse también dueño de esta, así como de sus pasiones inferio­res. Que si se esfuerza con perseverancia en adquirir el mando total de sus pensamientos, con el objetivo de saber en todo momento con segu­ridad aquello en lo que está pensando y porqué; y verá que su cerebro ase ejercitado en escuchar tan solamente las sugerencias del ego, quedará tranquilo cuando no esté en uso y rehusará recibir y hacerse eco de las corrientes ocasiona­les del océano de pensamientos circundantes. Y de ese modo ya no será impermeable a las influencias de los planos menos materiales, don­de el discernimiento es más fino, y el juicio más verdadero que en nuestro plano inferior. La ejecución de un acto elemental de magia puede contribuir a ayudar a algunas de estas personas a adiestrar la parte etérica del cerebro. Las escenas que allí se desarrollan cuando es desviada esta corriente de pensamientos exte­riores serán tales que probablemente impedirán el recuerdo de las experiencias del ego más que el flujo agitado de los propios pensamientos, ase el alejamiento de esta corriente impetuosa que encierra una dosis mucho mayor de mal que de bien, significa un apreciable paso en la dirección al objetivo deseado. Y esto puede conseguirse perfectamente sin gran dificultad. Que el hombre cuando se vaya a la cama piense en el aura que le envuelve y desee con firmeza que la superficie de este aura se convierta en una concha protec­tora contra la invasión de influencias extrañas: la materia áurica obedecerá su pensamiento y se formará realmente una concha a su alrededor, evitándose estas corrientes. Otro punto que tan incisivamente se evidenció en nuestras ulteriores investigaciones hace refe­rencia a la inmensa importancia del último pensamiento en la mente del hombre al dormirse. Este es un aspecto que jamás sacude a la gran mayoría de las personas, a pesar de influir en ellas, tanto física como moral y mentalmente. Hemos visto qué tan pasiva y fácilmente se deja el hombre influenciar cuando está dormido. Si entra en este estado con el pensamiento vuelto hacia cosas dignas y elevadas, él en consecuencia atrae cerca de sí elementales creados por pensamientos afines de otros seres humanos; reposa suave y tranquilo, y su mente se abre a impresiones de los planos superiores y se cierra a los inferiores, porque él la está diri­giendo para el trabajo en el sentido correcto. Si, al contrario, entra en el sueño con pensamientos impuros y mundanos, al atravesar el cerebro, atraen criaturas groseras y malas que se hallan cerca, y su sueño es agitado por ondas maléficas de pasión y deseo que lo vuelven ciego a las luces y sordo a los sonidos procedentes de los mundos superiores. Al teósofo sincero le cumple efectuar todo lo que esté a su alcance para enfocar sus pensamientos en el más alto nivel del que sea capaz antes de dormirse. Para ello debe recordar que cruzando lo que parece apenas ser el umbral del sueño, tal vez alcance allí, poco a poco, la admi­sión en aquellos reinos maravillosos donde sola­mente es posible la verdadera visión. Si el hombre persevera en dirigir el alma hacia arriba, sus sentidos internos al final comenzarán a desarrollarse; la luz dentro del santuario brilla­rá con más y más intensidad, hasta alcanzar la conciencia plena y continua. Y entonces él deja­rá de soñar. Dormir para él ya no significará zambullirse en el olvido, sino solamente caminar hacia delante con alegría y decisión en el rumbo de aquella existencia más integra y sublime, donde el alma estará siempre aprendiendo, aunque todo su tiempo esté dedicado al servicio. Porque el servicio es el gran maestro de la sabiduría, y la gloriosa tarea que le fue confiada es la de ayudar siempre hasta el extremo límite de sus fuerzas, en una obra que jamás termina, la obra de los maestros, cuya finalidad es ayudar y llegar a la evolución de la humanidad

Estados de la mente

Estados de vibración mental. Diferentes entre si, y con características psíquicas variadas. Se trata del Electroencefalógrafo. Básicamente en mentalismo y parapsicología, nos interesa el estado ALFA, de los 5 que hay. Que se han denominado con letras del alfabeto griego, veamos su descripción:

Theta

Entre 5 y 7 Hz o ciclos por segundo. Es del hemisferio cerebral derecho. Se observa en el proceso onírico, fase Rem del sueño. Es el ritmo del chaman la serotonina es su principal neurotransmisor. Se relacionan con niveles mentales muy profundos, donde poseemos mecanismos mentales muy poderosos, como por ej. Eliminar el dolor e influir en otros procesos biológicos. La videncia es en este estado.

1. ESTADO BETA: Es el de vigilia y atención común que Ud. tiene al leer esto, caminar, hablar, ver televisión, trabajar, comer, etc… Beta

Entre 15 y 30 Hz o ciclos por segundo. Es del hemisferio cerebral izquierdo. Se caracteriza por el pensar analítico, la lógica, realiza operaciones matemáticas. La acetilcolina es su principal neurotransmisor. Donde tenemos menor capacidad de rendimiento cerebral. Todos los sentidos, tacto, gusto, olfato, oido y vista están asociados con el funcionamiento del cerebro en ritmos Beta

2. ESTADO ALFA: Es un estado de relajación que logramos en momentos de laxitud, tranquilidad, reposo, antes de dormir, luego de una actividad sexual, ciertas prácticas parapsicológicas de trance, o la ingestión de ciertos líquidos o elementos químicos, alucinógenos, hipnoidales, etc… En este estado la mente es permeable a sugestiones autoinducidas, programaciones mentales positivas, influencias y cambios. Los niños y ancianos vibran en este estado. Cuando niños, y en estado ALFA, se grabo y programo nuestra computadora mental; pues era permeable y estaba en formación. De manera que el objeto es que usted progrese en ese aspecto, y que aún si está bien, mejore mas aún. Por la permeabilidad del estado ALFA, los niño s no deberían presenciar peleas, hechos negativos ni se los debe reprender con afirmaciones negativas como: «eres un inútil», «no sirves para nada», «nunca cambiarás», «¿a quien has salido tan inútil?», etc…Pues con este tipo de repeticiones y afirmaciones negativas, los estamos «programando» inconscientemente en forma negativa; y los perjudicamos ahora y en el futuro. Si es correcto corregirlos con frases como estas: «debes madurar y comportarte bien», «debes estudiar con mas concentración y ser responsable» o «tienes que ser ordenado y mas útil a tu familia», etc… El estado ALFA, en síntesis es: un estado de relajación psicofísica, factible de ser utilizado para varias técnicas de control mental y esotéricas…
Alfa

Entre 8 y 14 Hz o ciclos por segundo. Es del hemisferio cerebral derecho. Aparece en estado de quietud y relajación, de paz y es el ritmo de súper aprendizaje. Los neurotransmisores de este ritmo son acetilcolina, serotonina y dopamina.Aquí se produce el máximo rendimiento de nuestro cerebro aumentas los sentidos y además asocia a estados de tranquilidad, descanso , creatividad, inspiración, intuición. Es un estado que no se llega a perder la conciencia, un estado de meditación, hipnosis. En este estado se trabaja el nivel mental.

Como: meditación, yoga, programaciones positivas, técnicas de autohipnósis, mentalismo esotérico, concentración y percepción, visualización, etc; es el punto de partida para ejercicios respiratorios, «pranayamas» y la mayoría de las prácticas místico-esotéricas y mentalistas…

3. ESTADO ZETA: Aparece cuando soñamos, y mas precisamente al tener sueños «lúcidos»; o proyecciones astrales concientes. En este estado se manifiestan múltiples capacidades paranormales. Como la influencia psíquica a distancia, el control hipnótico parapsicológico, el embate psicoastral, vampirismo o fagocitación psíquica, sonambulismo, ataque o curación astral, etc. En este estado también es posible programar la mente, pero desde el estado alfa; entrando luego en «zeta», pero son técnicas más profundas y que corresponden a los niveles y cursos superiores del mentalismo esotérico.

4. ESTADO DELTA: Constituye el dormir ordinario, descansando inerte y sin soñar, con poca actividad paranormal; siendo casi nulo en si, salvo por la influencia de los otros estados, o los procesos del organismo al dormir… Delta

Entre 0.2 a 4 Hz o ciclos por segundo. Del hemisferio cerebral derecho. Es el ritmo del sueño profundo, del descanso total y dura de una a una hora y media del tiempo total del sueño. Mediante técnicas de relajación, terapia vibracional, meditación etc, música new age, se pueden obtener los ritmos alfa y theta, de tal manera que nos podemos relajar mental y físicamente, con una mejora y aumento en el aprendizaje, memoria e inteligencia, es decir, pasar a otro nivel de comprensión de la vida llamado fenómeno eureka. Por diversos estudios se ha comprobado que dichas técnicas provocan gran cantidad de liberación de neurotransmisores principalmente endorfinas, pero también de la dopamina, psicodélica endógena y serotonina entre otras. Adicionalmente, cuando se toca cerca o directamente encima del cuerpo, las vibraciones sonoras se transmiten a nuestra sangre y órganos, de modo que puede utilizarse como instrumento de sanación. Tanto el recibir el sonido como emitir el sonido correspondiente se utiliza la capacidad vibratoria del sonido para tomar contacto con nuestro interior, relajarnos y liberar los nudos tanto físicos como emocionales que podamos tener. El uso de la música y el sonido con una finalidad terapéutica y trascendente es tan antiguo como el hombre.

5. ESTADO GAMMA: Se trata de un estado de sobreexcitación, frenesí y aceleramiento. Que poseen seres que utilizan alucinógenos, drogas, peyote, o tienen emociones violentas; también acusan este estado seres con conflictos mentales, esquizofrenia, epilepsia, etc. Otro modo de ingresar al estado «Gamma», es a través de sonidos estridentes y sobreexitantes. Como los de los tambores, rock pesado o en el caso de ciertos ritmos celéricos. Las tribus primitivas ingresaban a este peligroso estado, en el que adrenalina y presión suben; por medio de ritos, danzas, bailes y tambores. En dicho estado son posibles ciertos actos mágicos y fenómenos paranormales . En oriente ciertas sectas combinan el estado «Gamma» con prácticas sexuales del tantrismo yóguico; obteniendo extraños, peligrosos y espectaculares resultados. Sobre todo en influencias y procedimientos esotéricos, mágicos, ocultistas y mentalistas…

Pero las programaciones mentales positivas, el mentalismo y el desarrollo del poder mental; requieren del estado ALFA, y relajación. O sea el estado que utilizaremos y que nos interesa es el ALFA.